Comentario
De los grandes aposentos que hubo en la provincia de Bilcas, que es pasada la provincia de Guamanga
Desde la ciudad de Guamanga a la del Cuzco hay sesenta leguas, poco más o menos. En este camino están las lomas y llano de Chupas, que es donde se dió la cruel batalla entre el gobernador Vaca de Castro y don Diego de Almagro el mozo, tan porfiada y reñida como en su lugar escribo. Más adelante, yendo por el real camino, se llega a los edificios de Bilcas, que están once leguas de Guamanga, adonde dicen los naturales que fué el medio del señorío y reino de los ingas; porque desde Quito a Bilcas afirman que hay tanto como de Bilcas a Chile, que fueron los fines de su imperio. Algunos españoles que han andado el camino de lo uno y lo otro dicen lo mismo. Inga Yupangue fue el que mandó hacer estos aposentos, a lo que los indios dicen, y sus predecesores acrecentaron sus edificios. El templo del sol fue grande y muy labrado. Adonde están los edificios hay un altozano en lo más alto de una sierra, la cual tenían siempre limpia. A una parte deste llano, hacia el nacimiento del sol, estaba un adoratorio de los señores, hecho de piedra, cercado con una pequeña muralla, de donde salía un terrado no muy grande, de anchor de seis pies, yendo fundadas otras cercas sobre él, hasta que en el remate estaba el asiento para donde el señor se ponía a hacer su oración, hecho de una sola pieza, tan grande, que tiene de largo once pies y de ancho siete, en la cual están hechos dos asientos para el efeto dicho. Esta piedra dicen que solía estar llena de joyas de oro y de pedrería, que adornaban el lugar que ellos tanto veneraron y estimaron, y en otra piedra no pequeña, que está en este tiempo en mitad desta plaza, a manera de pila, donde sacrificaban y mataban los animales y niños tiernos (a lo que dicen), cuya sangre ofrecían a sus dioses. En estos terrados se ha hallado por los españoles algún tesoro de lo que estaba enterrado. A las espaldas deste adoratorio estaban los palacios de Topainga Yupangue y otros aposentos grandes, y muchos depósitos donde se ponían las armas y ropa fina, con todas las demás cosas de que daban tributo los indios y provincias que caían en la juridición de Bilcas, que, como otras veces he dicho, era como cabeza de reino. Junto a una pequeña sierra estaban y están más de setecientas casas, donde recogían el maíz y las cosas de proveimiento de la gente de guerra que andaba por el reino. En medio de la gran plaza había otro escaño a manera de teatro, donde el señor se asentaba para ver los bailes y fiestas ordinarias. El templo del sol, que era hecho de piedra, asentada una en otra muy primamente, tenía dos portadas grandes; para ir a ellas había dos escaleras de piedra, que tenían, a mi cuenta, treinta gradas cada una. Dentro deste templo había aposentos para los sacerdotes y para los que miraban las mujeres mamaconas, que guardaban su religión con grande observancia, sin entender en más de lo dicho en otras partes desta historia. Y afirman los orejones y otros indios que la figura del sol era de gran riqueza, y que había mucho tesoro en piezas y enterrado, y que servían a estos aposentos más de cuarenta mil indios, repartidos en cada tiempo su cantidad, entendiendo cada principal lo que le era mandado por el gobernador, que tenía poder del rey inga, y que solamente para guardar las puertas del templo había cuarenta porteros. Por medio desta plaza pasaba una gentil acequia, traída con mucho primor, y tenían los señores sus baños secretos para ellos y para sus mujeres. Lo que hay que ver desto son los cimientos de los edificios, y las paredes y cercas de los adoratorios, y las piedras dichas, y el templo con sus gradas, aunque desbaratado y lleno de herbazales, y todos los más de los depósitos derribados; en fin, fue lo que no es, y por lo que es juzgamos lo que fue. De los españoles primeros conquistadores hay algunos que vieron lo más deste edificio entero y en su perfeción, y así lo he oído yo a ellos mismos.
De aquí prosigue el camino real hasta Uramarca, que está siete leguas más adelante hacia el Cuzco; en el cual término se pasa el espacioso río llamado Bilcas, por estar cerca destos aposentos. De una parte y de otra del río están hechos dos grandes y muy crecidos padrones de piedra, sacados con cimientos muy hondos y fuertes, para poner la puente, que es hecho de maromas de rama, a manera de las sogas que tienen las anorias para sacar agua con la rueda. Y éstas, después de hechas, son tan fuertes, que pueden pasar los caballos a rienda suelta, como si fuesen por la puente de Alcántara o de Córdoba. Tenía de largo esta puente, cuando yo la pasé, ciento y sesenta y seis pasos. En el nacimiento deste río está la provincia de los soras, muy fértil y abundante, poblada de gentes belicosas. Ellos y los lucanes son de una habla y andan vestidos con ropa de lana; poseyeron mucho ganado, y en sus provincias hay minas ricas de oro y plata; y en tanto estimaron los ingas a los soras y lucanes, que sus provincias eran cámaras suyas y los hijos de los principales residían en la corte del. Cuzco. Hay en ellas aposentos y depósitos ordinarios, y por los desiertos gran número de ganado salvaje; y volviendo al camino principal se llega a los aposentos de Uramarca, que es población de mitimaes; porque los naturales, con las guerras de los ingas, murieron los más dellos.